El pasado 8 de marzo, millones de mujeres de todo el mundo ocuparon las calles con la finalidad de reclamar todo aquello que ya debería estar establecido y normalizado desde que existimos como especie: la igualdad en todos los aspectos, a nivel personal y profesional. Una igualdad que en el séptimo arte tampoco tuvo lugar hasta hace muy poco tiempo. Desafortunadamente, a lo largo de la historia, la visión en el cine y la televisión fue mayoritariamente masculina tanto detrás como delante de las cámaras. Hubo grandes excepciones pero, para poder llevar a cabo sus proyectos, actrices y cineastas tuvieron que sortear muchos obstáculos para plasmar sus proyectos de la manera adecuada. Aunque todavía hay mucho por lo que luchar en este sentido, en las dos últimas décadas hemos podido disfrutar de numerosas y excelentes series protagonizadas y/o realizadas por mujeres. Las integrantes de nuestro equipo de La Constante eligieron sus favoritas, compartiendo impresiones y valoraciones personales que podrás leer a continuación. Al observar sus palabras, entenderás por qué no hay números en este Top: todas se merecen el podio. No te pierdas ninguna:
Las Chicas Gilmore (Gilmore Girls, 2000-2007) / Las Cuatro Estaciones de las Chicas Gilmore (Gilmore Girls: A Year in the Life, 2016):
Sinopsis: Relata las aventuras y desventuras de la joven Rory Gilmore y su moderna madre soltera Lorelai, en la pequeña y encantadora población de Stars Hollow, Connecticut.
A girl: «Creada por Amy Sherman-Palladino, es la serie con la que más he conectado en mi vida. Sus personajes principales, Lorelai (Lauren Graham) y Rory Gilmore (Alexis Bledel), son dos mujeres independientes y luchadoras, que se respetan y se apoyan la una en la otra, como nunca antes había visto en papeles de madre e hija. Las vi tropezar, aprender y triunfar y sentí como propias sus emociones. Los apresurados diálogos (sello de su creadora) de sus muchos personajes reflejan auténtico amor por el cine, la música y la literatura. Nunca olvidaré los buenos ratos pasados en el pueblo de Stars Hollow».
Orange is the New Black (Ídem, 2013-actualidad):
Sinopsis: Piper Chapman, una mujer de Connecticut con una vida estable a punto de casarse, es detenida a raíz de un delito de drogas que cometió hace una década. Tras el juicio, es enviada a una prisión de mujeres en Litchfield, Nueva York. Allí convivirá con un grupo variopinto de internas. Basada en las vivencias reales de Piper Kerman, cuya experiencia entre rejas le sirvió para escribir el best-seller autobiográfico ‘Orange Is The New Black: My Year In A Women’s Prison’.
Andrea IH (@andrea_poxo): «La serie pasa el test de «Bechdel» con sobresaliente. Las reglas de esta prueba son que haya dos mujeres en pantalla (cuyos personajes tengan nombre), que hablen entre ellas y que la conversación no sea sobre hombres. Los pocos personajes masculinos en OITNB son secundarios. Ellas mandan, para bien y para mal. A parte, aunque se ambiente en una cárcel, nos enseña muchos valores sociales:
-No tengas prejuicios de nadie: que una persona tenga piercings, tatuajes… no significa que sea una mala persona.
-La serie aporta visibilidad lésbica y normaliza la transexualidad, para que se trate de forma abierta y natural.
-Aprendes sobre otras culturas y religiones, demuestra cómo conviven en un mismo espacio y consiguen convivir en paz, respetándose unas a otras.
-Nadie se puede librar de la justicia, tu vida puede cambiar en cualquier momento. De repente puedes estar en lo más alto y, al cometer cualquier fallo, puedes echar todo a perder y quedarte sin nada».
The Good Fight (Ídem, 2017-actualidad):
Sinopsis: Se centra en los personajes de Diane Lockhart y Lucca Quinn, un año después de los sucesos del último episodio de su serie predecesora, ‘The Good Wife’.
Amaia García (@amaia_papaya): «Si hay una serie que está al pie de la actualidad de EEUU es ‘The Good Fight’. El spin off de ‘The Good Wife’ ha hecho algo que no es habitual, ser mejor que su serie madre. Detrás de las dos series están Robert King y Michelle King, el matrimonio es responsable de las dos series, pero en esta última han conseguido un ritmo más interesante para el público. Tal vez sea ya que aunque las dos series son de la CBS, la segunda se emite en streaming y la censura de la televisión pública ha desaparecido en ella. Esa ausencia de censura se nota en los primeros capítulos de la serie en la que la mayoría de los personajes dicen la palabra «fuck».
Esta serie se caracteriza por la fuerza de los personajes femeninos. Diane Lockhart (Christine Baranski) es una de las protagonistas, una abogada a punto de retirarse que se acaba de enterar que no puede hacerlo debido a que su plan de ahorro ha sido estafado, algo parecido al Caso Maddoff. Con ella está Maia Rindell (Rose Leslie), hija de los estafadores de Lockhart que intenta seguir adelante a pesar del escándalo de sus padres. Otro personaje importante es Lucca Quinn (Cush Jumbo), que también aparece en ‘The Good Wife’ junto con Lockhart. Pero esa serie no es importante solamente por sus personajes, si no por los casos que trata. Trump es uno de los protagonistas de la serie, ya que Diane Lockhart es demócrata y se convierte en una de sus pesadillas. Los escándalos de Trump, casos de abusos sexuales o el Mee Too son tratados casi a la par que la actualidad y desde un punto de vista muy feminista. Creo que es una de las series más interesantes del panorama actual y además esta semana ha vuelto con el nuevo capítulo de la tercera temporada. ¿Qué más podemos pedirle a esta serie?».
Westworld (Ídem, 2016-actualidad):
Sinopsis: Basada en la película de 1973 conocida en España como ‘Almas de Metal’, Westworld hace referencia a un parque de atracciones de alta tecnología dirigido por el Dr. Robert Ford. Las instalaciones cuentan con androides (anfitriones) cuya apariencia física es humana. Gracias a ellos, los visitantes pueden dar rienda suelta a sus instintos y vivir cualquier tipo de aventura o fantasía, por muy oscura o peligrosa que sea, sabiendo que los robots no les harán daño.
Gemma Ayats (@gemmaduixa): «Dos temporadas, veinte episodios de los largos que se hacen cortos, resulta complicado focalizar sin caer en spoilers. Pero sin sonar arrogante, tiempo has tenido. Es una serie que lo tiene todo. Lo que parece menos, se convierte en más. También sus personajes, que no paran de crecer.
Tres mujeres son las que he escogido para profundizar en la serie: Dolores, Maeve y Charlotte. Aunque no me olvido de esas otras, Armistice, Clementine, Theresa, Elsie o Emily. Todas ellas comparten un valor, la fuerza, ya sea “innata”, aprendida o transferida. Y me he permitido el lujo de entrecomillar innata porque sabemos que los robots no nacen, se hacen.
Dolores es la primigenia, la encarnación de lo bucólico. Un personaje que nos recuerda a la Alicia de Carroll, con todos los claroscuros que ello conlleva. Tiene programada una historia de amor perfecta con el apuesto Teddy (James Marsden), otro de los anfitriones, que se desvive por ella. No entiende el mal, porque así la han predispuesto. Pero un día llega Will (Jimmi Simpson), un humano que no entiende de patrones. Juntos, pasarán del azul al oscuro negro. Y llega un día en el que Dolores despierta, y es consciente de que su historia era una farsa, una función guionizada. Su vestuario cambiará con ella, convirtiéndola en una guerrera despiadada. Y con todo, como dijo la misma Evan Rachel Wood, vemos al Fénix resurgiendo de sus cenizas. Una mujer sumisa por tradición, por imposición, que empieza a ser consciente de su infelicidad y de la imposibilidad de tomar decisiones. Un crecimiento personal contra todo pronóstico.
A Maeve, en cambio, nos la presentan fuerte, la madamme del burdel de Sweetwater, sin pelos en la lengua y con una fachada impenetrable. Pero no, tampoco, vive sumida en unas terribles pesadillas que nos muestran lo que podría ser su pasado, siendo apartada de su hija en terribles circunstancias. Despierta, y sigue con su papel, fingiendo, tratando de entender qué es lo que está pasando. Thandie Newton es la responsable de que empaticemos con la realidad de Maeve. No es madre de dragones, sino una madre coraje que consigue crear su propia guerrilla para buscar a su hija a toda costa. Por el camino, no dudará en cuestionar la naturaleza del resto e invitarles a sumarse a la liberación. Un proceso de lo más personal, el abrir los ojos, o que te ayuden a hacerlo.
Muchos os habréis sorprendido por la elección de Charlotte Hale (Tessa Thompson). No entiende de techos de cristal, y siendo recurrente en la primera temporada, demuestra, con sus superpoderes de “bienquedismo” que puede llegar lejos. Pero no solo eso, que puede parecer muy superficial, ella es una de las instigadoras del despido de Ford (Anthony Hopkins), algo así como el icono del patriarcado dentro del parque. Es la antítesis, la humana que nace fuerte y se hace débil, la corrompida que se redime. Me parece curioso el vuelco que da su personaje al final de la segunda temporada, ella, que tanto había maltratado, es utilizada como caballo de Troya.
Todas ellas, mujeres, comparten el empoderamiento, la lucha, y lo hacen muy bien acompañadas, sí, de unos personajes masculinos increíbles. Algunos también evolucionan, pero de forma tangencial, para darles paso a ellas. No me atrevería a atribuirles la función de comparsa, pero sí los veo como las páginas de un libro, ellos la celulosa y ellas la tinta.
A cuatro manos es como se ha hecho esta obra de arte: Lisa Joy y Jonathan Nolan. La nombro a ella primero porque el papel de la mujer en esta serie es muy cosa suya. En una entrevista confesó que el mejor consejo que le habían dado sus padres es “not dream big, strive big”. Le dijeron que soñar es un lujo de ricos, y que el esfuerzo no tenía límites. Creo que lo ha demostrado con su trabajo, pero además ha sabido trasladar esta misma filosofía a sus personajes. Creo también que ‘Westworld’ es un reto de la mujer de hoy, donde el guion lo escribimos nosotras».
Os recordamos que hace unas semanas publicamos nuestro podcast dedicado, entre otros temas, al papel de la mujer en el cine y las series. Escúchalo aquí:
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