Pues la noche es oscura y alberga spoilers

Juego de Tronos Review 8×05: Las campanas (The bells)

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Comencemos por el principio: Varys es la primera víctima del fuego de dragón antes del enfrentamiento en Desembarco del Rey. Carbonizar su cuerpo es su castigo por conspirar contra Daenerys. La reina no se encuentra en un buen momento a nivel psicológico. Quizá sea la locura de los Targaryen que se desliza por sus venas o por cualquiera de estos motivos recientes: la muerte de Jorah Mormont, su consejero y «conciencia humana»; dos de sus hijos/dragones; o su inseparable amiga Missandei. A todo ello se suma un sentimiento creciente de traición: por el ya citado Varys, por Tyrion, por las hermanas Stark y, por encima de todos ellos: Jon Nieve, el verdadero aspirante al Trono de Hierro.

 

“Yo no tengo amor aquí, solo tengo miedo», confiesa la otrora Khaleesi ante Jon. Iluminada por un fuego cercano, sus ojos exponen una oscuridad peligrosa. Desde que saben la verdad, ya no hay vuelta atrás en su relación. Se aproxima para besarle pero él no le corresponde. Ella le observa con rabia y pronuncia: “Miedo entonces”. Un diálogo que recuerda a la imprescindible ‘Una historia del Bronx (A Bronx Tale, 1993)’. En una de las escenas de esta última, un joven discípulo le pregunta a su mentor, un poderoso jefe mafioso, qué prefiere infundir en sus allegados: amor o miedo. Este le responde que es preferible el miedo, pues es mucho más duradero. Llegados a este instante debemos comentar el rostro de Daenerys: mucho más demacrado y sombrío. Como escribió en un Tuit el afamado director Joseph Kahn:

 

«Sabía que Daenerys iba a enloquecer en las primeras escenas, cuando su maquillaje era malo.»

 

Al mismo tiempo Tyrion acude al encuentro de su hermano Jaime, que ha sido apresado por los Inmaculados mientras intentaba acceder al interior de la ciudad. Le dejará marchar con la condición de que, al encontrarse con Cersei, hagan tañer las campanas como señal de rendición y huyan del lugar. Somos testigos de un emotivo abrazo de despedida en el que Tyrion le agradece haberle cuidado y no hacerle sentir como un monstruo. Pase lo que pase, jamás volverán a verse.

 

Con las primeras luces de la mañana todo se dispone para la ofensiva. Arya Stark y El Perro consiguen colarse en la Fortaleza Roja, siendo imposible para Jaime alcanzar la misma meta. Las puertas se han cerrado.

 

En el mar, Drogon, pilotado por su Madre, consigue eliminar con destreza la flota de guerra. La Compañía Dorada tampoco supone un rival a la altura para Jon y sus secuaces. Los que sobreviven, arrojan sus armas al suelo. De pronto, el silencio se adueña de la ciudad asediada como una onda expansiva. Todos esperan oír las campanas. Solo así la rendición será un hecho fehaciente y la disputa terminará para siempre.

 

Sí, las campanas resuenan por cada rincón de Desembarco del Rey. Y no, no es suficiente para Daenerys. Tal y como habíamos adivinado en entregas anteriores, se ha transformado en su enemiga. Haciendo honor al Rey Loco, decide infundir el miedo en cada hombre, mujer y niño del lugar. Su venganza será terrible. Lo quema todo hasta los cimientos. Un genocidio que Jon no es capaz de detener. Aprende por las malas que, aunque uno no quiera ser rey, debe aceptar el rol si ese es su destino.

 

Los habitantes se vuelven cenizas y se funden con los edificios en ruinas ante la mirada de Cersei. Aunque no quiera reconocerlo y se mantenga estoicamente en lo alto de su refugio, sabe que ha perdido. “La Fortaleza Roja nunca ha caído, no caerá hoy”, trara de convencerse.

 

Arya y Sandor Clegane se despiden poco antes de que este se encuentre con Gregor. No quiere que ella acabe siendo alguien como él. Al mismo tiempo, Jaime sale airoso de un duelo sangriento con Euron Greyjoy, logrando que este perezca al fin. A partir de este instante todo se acumula: El Perro y La Montaña se enzarzan en una pelea ruda y sin límites. Arya intenta salir con vida del derrumbe de los edificios. Montado en paralelo, somos testigos del vínculo de Sandor y la pequeña Stark, cada uno sufriendo las consecuencias de sus respectivas dificultades. Mención aparte merecen los planos secuencia que protagoniza Arya, en los que intenta salvar a una madre y una hija que aparecen y desaparecen en el caos imperante. La excelente música de Ramin Djawadi, con las notas de ‘Las lluvias de Castamere’ en momentos clave, magnifican la emoción del espectador.

 

Jaime halla a su hermana e intentan escapar en vano: la ciudad derribada no tiene salida. Cersei rompe a llorar. No quiere que el hijo de ambos, en su vientre, muera. Deben aceptar su aciago sino. Abrazados, todo se derrumba sobre ellos. Los otros hermanos, Sandor y Gregor, también sucumben al precipitarse al vacío, única solución viable para terminar con la vida del último.

 

Finalmente, cuando la calma reina en el lugar, Arya observa cómo las cenizas caen sobre los cuerpos, un símil siniestro de la nieve de su hogar. Resulta grotesco y poético al mismo tiempo. La niña a la que intentó salvar yace ahora en el suelo, con su caballo blanco de juguete en la mano. A continuación, un caballo blanco real se presenta ante ella. Monta sobre él y se marcha. Es hora de ajustar cuentas con la reina. ¿Morirá en sus manos o en las de Jon? ¿Es posible que fracasen y que Daenerys se siente finalmente en el Trono de Hierro, encabezando un gobierno basado en el miedo? El próximo lunes tendremos la respuesta.

 

En definitiva, una temporada frenética en su ejecución, con un acabado técnico en las batallas digna de estudios cinematográficos posteriores. A pesar de ello, se echa en falta un desarrollo más contenido, con la atención puesta en las traiciones y en el emblema de la casa: las conversaciones y las confabulaciones en la sombra. A continuación te dejo con el avance del 8×06:

 

 

¿Qué opinas de la última temporada? ¿Cómo crees que terminará la serie? ¡Comparte tus impresiones con nosotros![/vc_column_text][vc_column_text][/vc_column_text][vc_column_text]Twitter: @laconstante1
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