Pues la noche es oscura y alberga spoilers

Con Té de TARDIS Review: “The Tsuranga Conundrum” Doctor Who 11×05

-Intento imaginar la repuesta a esta pregunta: ¿Qué es lo que quiere?

-¿Tiene que querer algo?

-Todo ser viviente, pequeño o grande, quiere algo.

 



Tras un episodio que dejaba varias preguntas sin respuesta alguna y con decisiones de guion muy discutibles, esta semana comenzamos nuestra aventura en lo que parece ser un enorme vertedero galáctico, perteneciente a un planeta llamado Seffilum. Entre la chatarra, La Doctora y sus companions buscan algo que no se nos revela, quizá piezas necesarias para el buen funcionamiento de la Tardis. Graham detecta algo, una pequeña esfera con unas llamativas luces rojas. La Doctora advierte que se trata de una mina sónica con cuenta regresiva e intenta desactivarla con su destornillador sin éxito, detonándose al fin.

El equipo se despierta en lo que parece un hospital a primera vista. El personal médico compuesto por dos profesionales, Astos y Mabli,  les explica que los rescataron de los escombros y que ahora se encuentran en Tsuranga. A la Doctora le suena el nombre. Se encuentra muy débil, le duele mucho un costado, pero les dice a sus compañeros que deben volver a la Tardis, desatendiendo la opinión de Astos, que les comunica que aún no les puede dar el alta. Ella se muestra nerviosa por su cabina, pues esta representa no solo un medio de transporte, sino su casa, «nuestra casa», matiza, en referencia a sus amigos y al tema central del anterior episodio. Seffilum es un «planeta chatarra» y teme que los carroñeros la destrocen.

 

 

Mientras se desplazan por los níveos pasillos, se encuentran con 3 personas que mantienen una discusión. La Doctora reconoce entre ellas a la general Eve Cicero, neuropiloto incluida en el «Libro de los Celebrantes» por vencer al Ejército de Eones en la batalla de los Unterkind. Eve presenta a su hermano Durkas y a su consorte androide Ronan. Cuando nuestra protagonista se presenta como «The Doctor», la general afirma que hay un capítulo sobre ella en el mismo libro. Al principio, nuestra protagonista, nerviosa, le dice que no es así, que es un nombre muy común y se disculpa para poder continuar la búsqueda de la Tardis pero, finalmente, no puede evitar exponer que no aparece en un único capítulo, sino en todo un volumen.

Continúan su camino y encuentran a un paciente varón que se llama Yoss, que dice estar embarazado (sic). Ante su prominente barriga, Graham le pregunta si está de 9 meses pero el paciente le responde que solo transcurrió una semana y que, además, lleva un día de retraso. La Doctora esclarece que el individuo es de Gifftan, un planeta en el que los embarazos masculinos tienen esa duración y que son de alta intensidad.

Cuando intentan marcharse, se dan cuenta de que no se hallan en un hospital, no pueden salir de allí. La Doctora recuerda qué es Tsuranga: una nave espacial. Astos le corrige: es un transporte médico de emergencia. «Como la Cruz Roja», atina Yasmin. Mabli intenta tranquilizar a la Doctora. Llevan 4 días viajando y queda menos para aterrizar en Resus Uno. Tsuranga no alberga teleportales, pero los hay en dicho planeta. Ella se impacienta y decide dirigirse a la zona de control de la nave, abriendo las puertas que encuentra con su destornillador sónico. Al llegar allí, comprende que no hay personal de navegación, todo está automatizado. La ruta de la nave está programada por el control ubicado en Resus Uno y no se puede desbloquear. Si se intenta, la nave puede entenderlo como un acto hostil y actuar en consecuencia. Incluso podría llegar a detonar la nave. Astos le pide que no intente cambiar nada porque los pacientes que están en su interior necesitan llegar a su destino lo antes posible. La Doctora le da la razón. En ese instante, observa en un panel que un objeto se aproxima con gran velocidad, impacta contra la nave y atraviesa el escudo. Acercando su fonendoscopio a la pared, ella escucha que ese objeto no identificado se mueve. Es un ser vivo. Le exige a Astos una descripción de la nave. Él le muestra en un panel su estructura, haciendo hincapié en el equipo de evacuación, que dispone de dos cápsulas para cinco personas cada una. Se activa una alarma de emergencia, el nuevo «pasajero» ha alcanzado una de las cápsulas. Los «doctores» deciden no desvelar esta información para evitar el pánico. Se colocan unos intercomunicadores y, como la nave tiene un diseño circular, deciden ir al encuentro del espécimen cada uno por un lado.

 

 

Un momento. Dolores abdominales, pasajeros alienígenas y un decorado pálido que recuerdan, en su conjunto, a la película Alien (1979); referencia que ya adivinamos en el análisis del capítulo anterior. Nos queda claro, por si lo dudábamos, cuál es una de las obras favoritas del guionista.

Retomando el argumento, Ronan le pide insistentemente a Mabli bloqueadores de adrenalina. Mabli decide dárselos debido a sus amenazas. En otra sección, Graham descubre a Durkas intentando acceder a uno de los paneles para conseguir información médica de su hermana y este le pide al primero que no le delate. Le confiesa que está muy preocupado: Eve está muy enferma y le miente sobre su gravedad.

En la búsqueda del misterioso ser, La Doctora descubre que la cápsula ya no está, mientras que Astos se sorprende al ver que la que queda está ocupada por el engendro. La Doctora le implora que no entre, pero él desobedece y queda encerrado en la cápsula, activándose el protocolo de expulsión de la misma. La Doctora corre para salvarle. De nada servirá su esfuerzo. Astos se despide de Mabli, que no entiende nada de lo que sucede, la cápsula se desprende de la nave y estalla. Poco después, nuestra heroína, en compañía de su equipo y de Mabli, localiza al monstruo que causa todos los problemas: un pequeño alienígena, mezcla entre Critter y Gremlin (retomaremos esta referencia en breve) con simpático rostro de bebé y la capacidad de comer cualquier cosa. La Doctora le apunta con su destornillador. El alienígena lo traga, extrae su energía y lo escupe.

 

 

De vuelta a la computadora central de la nave, Mabli reúne información.  El pequeño extraterrestre se llama «Pting», un ser de «nivel de amenaza: Cáliz», el peor nivel de agresividad posible. Difícil de capturar debido a su capacidad de alimentarse de cualquier cosa no viva. No es carnívoro pero puede devorar todo tipo de material inorgánico. Aunque esto último tranquiliza a Yasmin, Graham le aclara que la situación es mucho peor, dado que puede engullir la nave en su totalidad. Asimismo, posee una serie de normas tales como que no se puede tocar su piel por su alto grado de toxicidad o que se debe evitar su confinamiento. A Chris Chibnall se le olvidó añadir que no se debe mojar y que no debe comer después de medianoche, porque todo esto es un claro homenaje(?) a Gremlins (1984). Y no me refiero únicamente a las reglas, sino a la leyenda de la que toman el nombre los monstruitos de aquel film. Los Gremlins eran pequeños duendes que, durante la Segunda Guerra Mundial, causaban destrozos en los aviones de la Real Fuerza Aérea Británica. ¿Veis las similitudes con el Pting?

 

 

La Doctora les ruega a todos que se vayan a la zona de diagnóstico mientras piensa durante «siete minutos» (sí, es el tiempo que necesita) en un plan. No puede atrapar al ser porque es muy rápido y no se le puede tocar. ¿Cómo detenerlo?

Durkas descubre a Ronan inyectándole uno de los bloqueadores de adrenalina a su hermana, algo que no entiende porque está contraindicado en el caso de «fiebre de Corton» que padece. Se enfada con ellos porque sabe que le están ocultando algo importante.

Llegamos así a una de las mejores secuencias del episodio. Yasmin y Ryan recogen a Yoss para ponerle a salvo. Este les explica que en su planeta los chicos dan a luz a niños y las chicas a niñas. Además, les enseña fotos estilo ecografía de su bebé. Tras una pausa, les confiesa que no puede hacerse cargo de él. «¿No lo extrañarás?», pregunta Ryan. Él simplemente se encoge de hombros como respuesta. Dados sus problemas paternales, a Ryan le impacta este hecho y se desnuda emocionalmente ante Yasmin: «Tiene la misma edad de mi padre cuando me tuvo. La misma que tengo yo ahora. Nunca lo había pensado. Yo no sería capaz de tener un bebé en este momento». Añade que hace un año pudo hablar con su padre y pudo decirle que no estuvo cuando más le necesitaba. Representa un vacío en su vida. Yasmin aprovecha para preguntarle cómo murió su madre. Él le dice que falleció a causa de un infarto mientras limpiaba la cocina. Y que él mismo, con trece años, fue quien la encontró sin vida en el suelo. La explicación que encuentra para la ausencia de su padre es que quizá no pudo superar la muerte de su pareja y que él se parecía demasiado a ella.

En su búsqueda de una solución, la Doctora le explica a Mabli que no solo es doctora en medicina, sino también en ciencia, ingeniería, algodón de azúcar (sic), legos, filosofía, música, problemas y, ante todo, esperanza. La esperanza y la imaginación son la clave para encontrar la solución a un problema. «El mundo gira en torno a actos de imaginación». Por lo que intenta encontrar en la imaginación qué es lo que quiere el alienígena. Ese es el «acertijo» de Tsuranga al que hace referencia el título. Pero no tienen tiempo para darle respuesta. Se activa otra alarma y el control de Resus Uno pide que confirme o niegue que todo va bien. Si no confirman, la nave volará por los aires. La Doctora decide afirmar que no sucede nada malo para ganar tiempo. Puede hacerlo dos veces más. Reúne a todos los tripulantes y les explica todo lo que sucede. La general recuerda que se enfrentó a la raza Pting anteriormente y que mata sin cesar. El espécimen accede a los sistemas centrales, a todo lo que emite energía. Poco a poco perderán temperatura y oxígeno. Deben defender el motor antimateria de la nave para que esta siga funcionando. Yasmin y Ronan, armados con paralizadoras, lo defenderán.

El hombre encinto rompe aguas. Según el protocolo, necesita compañeros de parto varones, por lo que Ryan y Graham se prestan voluntarios. Eve le pide más bloqueadores a Ronan, pero este le informa de que ya se han terminado. Cuando alcanzan la sala del motor antimateria, nuestra protagonista entiende que están en el siglo 67. «Algo complicado a la mitad, pero mejora al final», declara. La Doctora confirma una vez más que no sucede nada malo a bordo y engaña al sistema para hacer creer que está pilotada por el control de Resus Uno, cuando Tsuranga ya está a disposición de los tripulantes. La neuropiloto proclama que no está capacitada para pilotar naves de este tipo, pero Durkas dice que puede arreglarlo. Es entonces cuando la Doctora examina a la general y descubre que no tiene la fiebre de Corton sino «Corazón de Piloto». Se inyecta bloqueadores porque una subida excesiva de adrenalina podría matarla. No quiere que Durkas se preocupe, pero este oye toda la conversación. Él consigue crear un equipo que les permitirá pilotar la nave. Finalmente, Eve tomará los mandos.

 

 

En la sala del motor antimateria, Ronan y Yasmin aturden al Pting con sus armas. Yasmin se lo lleva y le da una patada con la finalidad de alejarlo. La Doctora confirma por última vez que todo está en orden y llega a la conclusión de que el ser no quiere matarlos, solo quiere la energía del sistema, como ocurrió con su destornillador sónico. Absorbe la energía, este es su alimento. También entiende que la bomba que puede detonar la nave se aloja en el interior del propio motor antimateria. La extrae del mismo y le pregunta a Yasmin un número. «51», responde. Esos serán los segundos de los que dispondrá la bomba en su cuenta atrás. Cuanto más cerca se encuentre de su momento de explosión, más energía desatará y más posibilidades hay de atraer al Pting. Dicho y hecho, este aparece y se traga la bomba. La Doctora lo encierra en el lugar en el que anteriormente había una cápsula de expulsión. La bomba detona en el interior del Pting pero absorbe su energía sin dañar nada a su alrededor. Ella abre la compuerta del exterior y el alienígena es enviado al espacio, con un rostro que denota felicidad y satisfacción.

En pleno parto, Yoss no cree que pueda cumplir con su rol como padre. La sentencia de Ryan despeja su mente: «No tienes que ser perfecto, tan solo debes estar ahí». La ausencia de vacío como norma indispensable que debe tener un ser querido.

 

 

Tras un hermoso diálogo de amor fraternal, el corazón de la general falla y Durkas la sustituye, consiguiendo aterrizar la nave en su lugar.

Antes de tomar el teleportal que les llevará de regreso al planeta donde quedó su querida Tardis, La Doctora, sus companions y el resto de personajes se unen en una oración por Eve Cicero, cuyo contenido (como no podía ser de otro modo) constituye una oda en sí misma a la esperanza.

 

Chris Chibnall sigue sin darnos, por el momento, un arco argumental extenso y claro con el que desarrollar correctamente a sus personajes; todo ello sin dejar de valorar positivamente la profundidad de ciertos diálogos y los momentos más sentimentales (que no sentimentaloides), destacando el rol de Ryan, correctamente interpretado por Tosin Cole. Llama la atención el curioso binomio que forman los dos últimos capítulos, de temática similar y cercana a la cultura popular setentera-ochentera, derivando en parodia consciente del monstruo que confina a sus víctimas; variando y jugando con los momentos únicos que hicieron de aquellas las inmortales películas que nos acompañan imperecederamente. Reflexionando un minuto sobre el físico del Pting y el arco argumental de Yoss, ¿acaso nos encontramos con una terrorífica metáfora sobre los miedos que conlleva ser padre?

«El mundo gira en torno a actos de imaginación». Espero que el afamado guionista siga su propia reflexión y nos deslumbre con algo nuevo y original digno del material que atesora en sus manos.

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