Cierto aroma a déjà vu impregna el capítulo de esta semana. Esperemos que se trate de un alto en el camino para efectuar el impulso que la intensa mirada de June (Elisabeth Moss) parecía prometer en el inicio de la temporada.
La semana pasada, la visita a Washington representó una extensión de Gilead a todos los niveles; y no solo en lo tocante a la amplitud geográfica: la relación entre Serena y June alcanzaba un punto de no retorno, y la antaño capital de Estados Unidos es ahora un escaparate del aterrador silencio personificado en las torturadas criadas. Quizá por este cúmulo de eventos, los creadores vieron necesaria una pausa en este camino empedrado.
La primera secuencia expone una nueva rutina de castigo a manos de las criadas: tirar de las cuerdas que elevan las sogas de los condenados a muerte. Una imagen que nos devuelve a la primera temporada, donde las damas carmesí golpeaban a un prisionero hasta terminar con su vida. Más tarde, en el supermercado, a pesar de la presencia de su —fiel a la causa— «compañera» Dematthew y de los guardias, June se aventura a hablar con la Martha que convive con los Mackenzie, con quienes se encuentra su hija Hannah, y le pide que le ayude a verla. Al final consigue que le dé el paradero del colegio al que asiste.
En cuanto a Los Waterford, estos siguen en Washington DC, donde continúan con las negociaciones para recuperar a «su hija». Esta misión ha logrado un reencuentro entre ellos, el cual queda patente en un baile posterior. En una de las escenas más impactantes, la señora Winslow le enseña a Serena una casa vacía en la que podría instalarse junto a su marido. La imagen recuerda a la época en que los nazis se apropiaban de los hogares de los judíos. Observamos resquicios de los objetos que quedaron de una familia anterior. Quién sabe si lograron huir o se les arrebató su vida con violencia (seguramente esto último). En una de las habitaciones, Serena encuentra una cuna. Su ojos exhiben con claridad su deseo de ser madre.
George Winslow, haciendo gala de ese ambiguo acercamiento físico hacia Fred, le comunica la admiración y orgullo que siente por él y, además, es portador de buenas noticias: Canadá se muestra partidaria de la extradición, dado que desea evitar cualquier conflicto hostil entre ambas naciones.
Hablando de Canadá, retomamos la historia de Emily y su compleja adaptación al nuevo país. Aquí somos conscientes de la proximidad que experimenta con Moira, mucho más íntima a nivel psicológico que con su propia mujer. El hecho de ser supervivientes del mismo infierno provoca que estrechen su relación y luchen, pancarta en mano, contra el Ministro de Exteriores, tras hacerse públicas las intenciones de mantener las negociaciones con Gilead por la posible entrega de Nicole. Las dos terminan en prisión por este escrache, con Emily rememorando sus crímenes de guerra y confesando que no siente arrepentimiento alguno. La supervivencia te lleva a ese extremo.
De nuevo en Gilead, y ante la negativa de la Martha, June convence a Eleanor Lawrence de que la acompañe a dar un paseo, como parte del plan para llegar al colegio de Hannah. Una decisión peligrosa, pues sufre de crisis nerviosas y hace tiempo que no accede al exterior. Es gracias a esta travesía que conocemos mucho más el pasado de la señora. Quería tener hijos pero «siempre me estaban ajustando las dosis». Además, parece haber un instante de profundo vínculo entre ambas. «Ser madre en Gilead tiene muchos desafíos», le dice June. «Quizás hicimos lo correcto», le replica la señora Lawrence. Debido a esta confesión, June le revela el verdadero motivo del paseo. Eleanor accede porque dice necesitar una aventura. A pesar de las buenas intenciones de esta, un duro golpe les espera: solo a la señora se le permite el acceso al interior del colegio. En el exterior, somos nuevamente testigos de la excelente interpretación de Elisabeth Moss que, de forma desgarradora y muy real, toca el muro del edificio, tratando de discernir la voz de su hija entre las risas de los otros niños que se escuchan al otro lado. Tan cerca y, al mismo tiempo, tan lejos de lograr su objetivo. Todo empeora cuando un guardia viene a su encuentro: Eleanor ha sufrido una crisis al no encontrarla en la puerta y debe acompañarla urgentemente a casa. Allí su marido la arropa, dedicando una expresión de enfado y decepción hacia June; pero ella no se queda callada: «Debería haberla visto allí fuera, cobró vida».
Y muerte es lo que encuentra, para sorpresa de June, la Martha que le ayudó a conocer la dirección de la escuela de Hannah. Las criadas en su totalidad, a pesar del rechazo inicial de June, tiran de las cuerdas que acaban con las vidas de todos los prisioneros, acusados de traición a la causa. Para más inri, la responsable de que la Martha encontrara su destino fatal ha sido Dematthew, quien la vigilaba e informaba a tía Lydia de sus acciones. June estalla y parece querer matarla, pero las demás criadas consiguen detenerla. Llena de ira y rota por dentro, sigue avanzando. Sabe que está en peligro y que su objetivo de rescatar a Hannah y de dinamitar el sistema se hallan muy lejos de hacerse realidad.
A modo de conclusión, debo decir que el episodio en cuestión parece extraído de la primera temporada. Es como si lo escribieran teniendo en cuenta a aquellos/as espectadores/as que acaban de engancharse a la serie sin ver las temporadas anteriores. Redunda en su exposición de las sangrientas tareas de las criadas y de las repetitivas traiciones a posibles aliados/as de la protagonista, confiada en exceso a pesar de todo lo experimentado hasta ahora. Ni qué decir tiene que la trama del acercamiento afectivo de los Waterford parece un ingrediente insustancial de relleno. Alabadas sean la interpretación de la actriz protagonista y la labor del equipo técnico, que con su excelencia logran que no apartemos la mirada de la pantalla.
4 comentarios
Yo no creo que el acercamiento de los Waterford sea de relleno. Seguro que hay algo más detrás. Se nota en el baile que es ficticio. Al menos, yo lo veo así.
Yo creo que el acercamiento de los Waterford es sólo ficticio. Intereses creados por ambas partes. Ya veremos como se desarrolla todo.
No creo que el acercamiento de los Waterford sea de relleno. Tiene un trasfondo de interés mutuo, yo creo. Él quedaría fatal sin su mujer bajo control y para ella es la única forma de conseguir a Nicole.
Me gusta tu opinión. De todos modos, creo que deberían buscar la manera de dejar mucho más clara esa situación y se podría aprovechar para mostrar lo que esconde el modus operandi del Comandante Wilson. Supongo que, en capítulos venideros, obtendremos la respuesta.
Muchas gracias por comentar, M. Ángeles.