Un sacrificio inesperado hace que nos preguntemos si el fin justifica los medios. June está dispuesta a todo por evitar cualquier obstáculo que impida el gran rescate infantil.
El penúltimo capítulo de la tercera temporada vuelve a contar con el buen hacer de la realizadora Deniz Gamze Ergüven (‘Mustang’, ‘Kings’) y, bajo su óptica, hemos podido disfrutar brevemente de una sonora carcajada de June al principio del mismo, al saber que no hay pistas que la relacionen con la desaparición del Comandante Winslow y que los Waterford son prisioneros en Canadá. «Buena manera de empezar la mañana», le dice Joseph. Aunque, como en todo buen drama turco del que Deniz sabe mucho, un agradable inicio en este género significa un desenlace descorazonador. Y hablando de corazones, tememos mucho por el de nuestra protagonista tras una espeluznante omisión de socorro: uno de los dos «sacrificios» de los que hemos sido cómplices.
Retomemos la risa de June. Queda una semana para que el avión pueda llevarse a los niños y niñas de Gilead (buena idea que coincida la espera en tiempo real con la del espectador/a por el último capítulo) y parece que el viento sopla a favor de nuestra criada.»Qué jefaza estás hecha» o «estoy orgullosa de ti» son algunas de las sentidas frases que le dedica su amiga Rita mientras le agarra la mano con emoción. Claro que esto no dura mucho tiempo tal y como dijimos anteriormente y la primera piedra en el camino no tarda en aparecer: tras lo sucedido con los Waterford y el Comandante Winslow, Gilead quiere cerrar sus fronteras. Esto hará imposible el rescate. June le pide a Joseph que solucione la situación para que el plan se ejecute sin problemas. Además, el camarero del Jezebel’s ha confirmado su participación (vía magdalena, ¡alabada sea!).
Mientras, en Canadá, descubrimos que nuestras sospechas eran ciertas: Serena ha «sacrificado» a su marido para poder estar cerca de Nichole. Seguro que no le ha costado mucho dar este paso a nivel emocional. En el anterior episodio, las dudosas escenas de aproximación entre ambos olían a esencia de despedida. Algo así como amansar a la bestia antes de llegar al matadero. No sabemos mucho acerca del procedimiento con Nichole. En principio, consiste en una visita de 60 minutos bajo vigilancia de una asistente social, que reprende a Serena cuando esta dice ser la madre. Si no entiende este razonamiento, el llanto de la niña se lo aclara. Es aquí donde pudimos asistir a un intenso careo con Moira, donde pudo decirle abiertamente todo lo que pensaba sobre ella. Lo siento Serena, bienvenida de nuevo a la libertad de expresión.
La señora Waterford no ha sido la única en recibir una visita indeseada: Luke, por su parte, también se enfrenta a Fred. No dura mucho el encuentro, pues saber que tiene delante al violador de su mujer hace que pierda la compostura. «La he cambiado», dice sobre June un altivo Fred. Un puñetazo por parte de su marido pone punto final a una entrevista inviable. En la odiosa frase del Comandante residía algo muy cierto: June ha cambiado. La prueba está en el siguiente párrafo.
El segundo sacrificio conlleva una envergadura tal que el único pago posible es el alma de quien lo provoca o consiente que suceda. Esta vez no es June en persona la víctima, sino Eleanor. A lo largo de los 46 minutos, hemos recibido pequeñas píldoras visuales que nos recordaban la mala situación mental que sufría la señora Lawrence: casi desvela el plan ante la viuda del Comandante Winslow y, poco después, estuvo a punto de lanzarse a las calles para llevar a cabo el rescate por sí misma. Cuando June entra en su habitación y descubre que Eleanor ha ingerido un bote de pastillas, se dirige a dar la alarma, pero poco después cambia de opinión. En una escena que recuerda al 2×12 de ‘Breaking Bad’, en la que el protagonista dejaba morir a la novia de su socio sin hacer nada para evitarlo, nuestra (anti)heroína hace lo propio, esperando pacientemente el fallecimiento de su señora. Deja la comida en la puerta como si no hubiese entrado y se retira a su habitación. Nada ni nadie es más importante que la misión. En el funeral (donde vemos fugazmente a Tía Lydia), June viste el uniforme negro para la situación, el cual sirve de metáfora del lado oscuro que parece haber tomado desde el crimen del Comandante Winslow. Bajo su cofia esconde una mirada que acentúa su nuevo rol: imparable e incisivo. A su lado, un apenado Joseph parece esconder algo más que abatimiento en sus ojos: ¿acaso sabe de alguna manera que June podría haber hecho algo para impedir el destino final de su esposa?
¿Te ha gustado el capítulo de esta semana? ¿Saldrá bien el rescate de los 52 niños y niñas? ¿Crees que June actuó «de la mejor manera»? ¡Comparte tus impresiones con nosotros!