A veces los planes salen bien. A veces todo lo que se necesita es un salto de fe, esa fe que debemos tener en… nosotros/as mismos/as.
Sed implacables.
Tras el buen hacer de la directora Deniz Gamze Ergüven (‘Mustang’, ‘Kings’), la cual hizo gala de sus habilidades narrativas en los dos mejores capítulos de la temporada, el profesional habitual de la serie, Mike Barker, coge el testigo para darle un final a la altura.
Comenzamos con un flashback que recuerda a una de las primeras escenas de la primera adaptación en forma de película que en España se estrenó con el título de ‘El Cuento de la Doncella’ (1990): June y otras mujeres son separadas de sus hijos e hijas y transportadas en autobuses al destino que ya conocemos. Además, percibimos en las imágenes que las personas con discapacidad parecen ser sacrificadas. En el encadenamiento de esta escena con la actual, que supone el «Día D», nuestra protagonista reflexiona acerca de que quizá los hombres se salieron con la suya gracias a ser despiadados e implacables. «Supongo que por eso ganaron”, piensa. Es el momento de que ellas sean implacables. Es la única manera de vencerles en ese juego letal.
A lo largo de la jornada, tememos que el plan de rescate fracase. La conversación con Tía Lydia, analizando detenidamente a June porque sabe que su mente siempre está tramando algo, parece el principio del fin. A destacar, en este diálogo la primera le comunica que las demás criadas admiran a nuestra heroína. Su nuevo aura de salvadora mesiánica no pasa desapercibida. Cuando parecía que June estaba a punto de perder el juicio y a sí misma, logró salir de la claustrofóbica y dañina crisálida de Gilead para alcanzar un orden mayor y erigirse en una suerte de Moisés moderna. Este detalle es más evidente en el desenlace.
Una vez en casa de los Lawrence, es preciso preparar todo para la llegada de los niños y las niñas: comida, agua y otros utensilios que urgen en la travesía. En una de las ventanas colocan una lámpara cubierta con una sábana roja como señal de refugio.
Todo parece ir bien hasta que una Martha trae a una niña antes de tiempo. «¿Es aquí Mayday?», pregunta, haciendo alusión a la muy conocida solicitud de socorro. La espera se le hace eterna y se arrepiente de haber ido. Pistola en mano, June consigue que la niña se quede, pero no puede evitar que la Martha huya. Es muy posible que hable y que tengan que cancelar la misión. Esto mismo es lo que le aconseja Joseph, aunque June ya ha tomado su decisión de completar la tarea cueste lo que cueste. «Esta ya no es su casa», le reprende al Comandante. Poco antes, al explicarle a la niña lo que significa ser libre (no tener que ser madre o esposa, vestirse como ella quiera, etc), recuperó las fuerzas para sortear las dificultades y entender que su objetivo es justo y necesario. Hubo muchas bajas en el camino y es hora de hacerle justicia a las víctimas de Gilead.
Ya es medianoche y llegan los niños y niñas (son más de los 52 previamente acordados) en compañía de las Marthas (una de ellas tuvo que matar al matrimonio de su casa para poder salir) y algunas criadas (Janine incluida). A continuación vemos al Comandante Lawrence leyéndoles ‘La isla del tesoro’ para amenizar su espera. La emoción embarga a June. Pero no pueden demorarse. Los guardias están desplegándose y deben alcanzar el avión lo antes posible. Joseph decide quedarse para limpiar sus pecados, tal y como habría deseado su difunta esposa.
Marchan atravesando el bosque, ocultándose cada vez que los enemigos hacen acto de presencia. Finalmente, consiguen alcanzar su destino; pero unos guardias están allí. June decide hacer el último sacrificio enfrentándose a ellos mientras los demás suben al transporte. Descubrirá que no está sola. La lucha es colectiva. Algunas de las Marthas y de las criadas se quedan para ayudarla. Cogen varias piedras del suelo y las lanzan contra los oponentes. Obligadas a hacerlo contra objetivos impuestos por el estado, su habilidad en esta práctica es inmejorable. A pesar de ello, algunas mujeres son alcanzadas por la ametralladora del guardia. June se acerca al foco y gana su atención, iniciando así una persecución por el bosque. Ella recibe un disparo. Cuando él se acerca, consigue desenfundar su pistola y lo hiere. Le obliga a comunicar que allí no hay nadie y le quita la vida. June se deja caer en la tierra y observa cómo el avión vuela sobre ella hacia la libertad. La misión ha concluido. Huele a victoria.
El avión aterriza en el aeropuerto de Toronto, donde ya les espera un numeroso grupo de voluntarios. Entre ellos están Emily, Moira y Luke. Su encuentro con los infantes y con Rita es conmovedor, a pesar de lo descorazonador que resulta que Luke no halle a Hannah o a la propia June entre la tripulación. Es aquí en Canadá donde Serena parece haber conseguido la libertad poco antes, pero Fred decide vengarse confesando todos los abusos que ella le infringió a June. Serena termina encarcelada y con nulas posibilidades de volver a ver a Nicole.
En el epílogo, las compañeras de June la recogen en el bosque y la transportan sobre una especie de sábana santa, transmitiendo la idea de heroína bíblica que el episodio ha reforzado en diferentes ocasiones. Además, voz en off mediante, June recita los versículos que hacen referencia al Éxodo, al tiempo que la canción de Mazzy Star envuelve la escena.
De este modo finaliza una temporada que parecía no tener un objetivo claro durante la primera mitad, pero que fue ganando peso argumental una vez que la protagonista se decantó por ejecutar un rescate a medio camino entre el suicidio y la hazaña, permitiendo llevar a cabo una profunda reflexión sobre lo que significa ser una heroína y el tortuoso camino que conduce a adquirir este rol.
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